En la primera entrega de este texto, bien observó Adán Echeverría, faltó enumerar algunas editoriales, como son: Tinta Nueva, Editorial Pharus, y Guadalupe Morfín me preguntó sobre Ediciones Era. Me parece importante arrancar el texto con estos anexos pues para hacer un redondeo general de los estilos y el nivel poético que oscila en ellos es necesario tener “el margen” lo mejor delimitado posible. Karina Falcón, editora de la revista ARCA, acotó respecto a la calidad en la producción lírica nacional, cierto escepticismo, el cual no es ella la única que lo posee, pues el rango de “calidad” es uno de los requerimientos con los que más frecuentemente se da de golpes el “crítico” literario mexicano de ocasión; es decir, los lectores exigentes (en su mayoría poetas) piden siempre un nivel que “no alcanzan a cumplir” los vates con los que se topan en las ahora tan frecuentes lecturas.
La respuesta es (para esta constante frustración del “lector crítico”, para este continuo desastre poético): que la poesía se ha especializado. De nueva cuenta (antaño ha pasado), se ha dividido; si no en nuevos géneros, por lo menos sí en nuevas poéticas, o en diferentes estadios móviles para la delimitación de su estética. En pocas palabras: ya no hay una sola poesía nacional que albergue a todas las nuevas corrientes, y que guarde en su seno una calidad heterogénea, o el rigor de un solo canon para determinar el alcance escritural de los poetas desde un eje homogéneo.
Comienzo con esta acotación para dejar en claro la óptica con la que abordaré la “plasticidad poética” de México actualmente, y de cómo en su totalidad genera una riqueza que puede traducirse en un estridente (por no decir: no ecualizado) margen de calidad. Después de todo qué podría esperarse de un arte tan prolífero como la poesía, en un país que alberga más de 100 millones de personas, y en donde las lenguas son varias y la ciudades son verdaderos hervideros poli-culturales, que bien pueden recordar a la vieja Tenochtitlán, envuelta en una aureola de chinampas y casas, comunidades enteras tejiendo una corona de flores alrededor de aquella ciudad guerrera.
Es bien sabido que todas las épocas clásicas del arte se han dado en grandes ciudades, regularmente a través de sus esculturas u obras arquitectónicas magnas, para así consolidar el esplendor de su grandeza cosmopolita. Pero en el siglo XXI parece habrá otra lógica para designar la grandeza de una ciudad, y esta será medida por su capacidad para albergar en sí misma una “infinita” variedad de ciudades conviviendo en tensa armonía, y así lograr un panorama amplio, enriquecido. Es importante subrayar que esta nueva grandeza no se basará en una cultura bélica, o de mercado, como hubiese sido en otras épocas. Ahora “la cruzada” por la conquista del mundo es: la paz, la unidad, lo global. Y como su antagónico natural, y al mismo tiempo medio para concretarse de una forma sincrética, es el desarrollo de las comunidades pequeñas en base a una auto-estructuración. Así, la poesía es, como lenguaje, base primera de una comunidad viva, como elemento constitutivo. Digámoslo más aventurado: es la poesía el monumento vivo de la lengua, y su forma de consolidarse es la manera en que se practica la realidad y cómo ésta práctica alimenta la riqueza sociolingüística de sus integrantes. La variante lingüística de la comunidad, así se vuelve una aportación para el infinito mosaico de las Lenguas.
Queda en claro que un boom significa que la estética (o estéticas) en juego, están no en su estado de esplendor (donde se refinan y constituyen los cánones) sino de conformación; y toda esta serie de estéticas terminarán por generar el aura poética en torno a una nueva nación, ahora, no geográfica, no tangible. Esta nueva nación de los poetas y sus discusiones invisibles será donde se acomodarán todos en un mismo concepto, y al mismo tiempo cada uno puede y debe desarrollarse en su propia dirección. Digamos que sería la vuelta a un nomadismo intelectual, donde cada punto de llegada es punto de partida para un monumento infinito como lo es la lengua misma. Bien lo han estudiado los sociolingüistas, que al tomar apunte de las lenguas vivas y reconocer que de ahí (de cada uno de esos dialectos espontáneos o en meditación) nacerán futuros mundos semánticos; historias enteras de humanidades aún inverosímiles. De aquí viene la importancia de esta forma natural de consolidación de las lenguas en conflicto, que en la actualidad derivan en un cúmulo de poetas, en caudalosa creación y armonización de estéticas ahora diminutas, pero que a diferencia de sus antecesores, seguirán el patrón constructivo de lo maleable, el “monumento indestructible” de la poesía.
Con este breve mosaico arqueológico, podemos hablar ahora sí de estilos, latitudes, sociogeografías, estados y tendencias. Empecemos. De la reunión de editoriales enumerada en la primera parte del ensayo, valdría entresacar a las editoriales que han terminado por definirse como Editoriales Alternativas (o de alto riesgo ¿?), grupo en el cual se nota la tendencia a editar poetas ya con cierto renombre dentro del circuito central de la poesía. Por central entendamos, editoriales ya supeditadas al capital nacional, y que por tanto corresponden a un mercado específico, canónico por supuesto, ya que es el canon el que da garantía de una calidad, aunque éste a veces quede supeditado a intereses ajenos o indiferentes a los autores mismos y sus contextos de vida, o históricos. El mecanismo funciona de este modo: el grupo Alternativo es un círculo editorial que se desprendió del mismo punto central para construir editoriales que no pertenecieran al Estado o a una cadena mercantil de libros, sino que pudieran dar una cara más libre, tanto del centro estético como del mercado volátil de la literatura rápida. Dentro de estas editoriales podemos leer El Billar de Lucrecia, que se ha especializado en poesía latinoamericana, aunque su editora, Rocío Cerón, es miembro de un grupo sólido de poetas que ha ejercido la poesía estilizada, herencia de la pulcra escritura posmoderna; Bonobos, que ha editado a poetas de garantía formal, ya sea legitimados por una beca o por un premio; Ediciones de El Ermitaño, con una especialización en tirajes cortos, y que ha publicado al igual que Praxis un sinnúmero de poetas consagrados así como de recién ingreso al circuito.
Otras editoriales de ya larga trayectoria y con una muy larga tradición de coediciones con instituciones y con un catálogo de autores que bien coincide con el de FCE, y el de Conaculta, y estas son en su mayoría parte de la Asociación de Editoriales Mexicanas Independientes (AEMI), como Monte Carmelo, Aldus, Ediciones El tucán de Virginia, Ediciones Sin Nombre, Ficticia, Mantis, Ediciones Arlequín (de Guadalajara), Trilce Ediciones, o más reciente, Almadía; editoriales que comparten en mayoría los autores de su catálogo, y que nos dan un margen alternativo central, con poetas que pueden leerse dentro o fuera del canon poético instituido por las últimas generaciones legitimadas en México.
¿Los nombres? Basta echar un ojo al catálogo de poesía de Tierra Adentro y Conaculta. Hablar sobre la calidad poética de este primer grupo es un tanto sencillo, en cuanto que responde directamente a una tradición ya forjada. Es decir, no hay el desarrollo radical de un estilo o una propuesta, sino que se engloban como clase burocrática (sin que esto sea peyorativo, sino funcional) de un sistema definido por valores nacionales y que son el “frente principal” que incluye a México dentro de una tradición mundial poética, y lo vincula directamente con la literatura europea, que en este caso, por obvio, es España. ¿Hay calidad?, por supuesto. Ya avalada bajo los nombres de la historia reciente de la poesía global (recordemos la reciente entrega del premio ibérico a José Emilio Pacheco), y por otra parte en el clasicismo ilustrado, griego o renacentista, incluso neoclásico, sustentado en figuras como Rubén Bonifaz Nuño o Eduardo Lizalde.
La contraparte de lo alternativo, es la editorialidad independiente, que busca editar no de segunda vuelta los mismos autores, sino que apuesta por autores nuevos, por supuesto con una “calidad” no comprobada, puesto que muchos de ellos son aventureros transitorios, y otros tantos apuestan por estéticas aún “indefinidas” (digamos en formación). Sin embargo, hay también los que ya han desarrollado un estilo y que bien pueden hacer contrapeso a la estética formal, con una estética innovadora, por su particularidad. En definitiva la evolución de la poesía está hacia la particularización de los estados volátiles, sean altas poblaciones o breves comunidades: es un hecho ya; el mundo artístico avanza hoy no hacia la “universalidad” concéntrica de las ciudades, o continentales, sino hacia la proliferación de las “pequeñas” entidades: el ejemplo claro es la polípolis mexicana, donde cabe no sólo el Centro, sino Iztapalapa, Tlalpan, Neza, Ecatepec, como ejes del desarrollo cultural.
Tenemos como pioneras en México varias redes sociales de poesía, tanto virtuales como físicas, entre ellas, La Pluma del Ganso, que tiende al aislamiento y sectorización de sus agremiados, pues tiene una cuota, o la Sogem, que funge como una AC, con lo cual recae más como un eje sistemático piramidal, más que de red, al igual que su réplica renovada la AEMAC. La primera como escuela, o esquema (o distribuidor) de talleres y la segunda más al modo convencional de agremiarse en torno a un núcleo de poder. Pero para hablar de redes unilaterales, o donde cada uno de sus miembros sea independiente, podemos analizar la Red de la PLACA (Plataforma Chilango Andaluz, que como bien dice su nombre ha tendido un puente entre autores mexicanos y españoles, en una especie de dimensionalidad doble), el mismo Mapa Poético, del Drenaje (aunque sea una red en potencia), o la de los Miércoles Itinerantes de Poesía, Verso Destierro, (que no sólo reunió poetas presencialmente, sino que también los vinculo a través de la red virtual), similitud con las Elecciones afectivas, que responde más a un impulso latinoamericano y que reúne igual a poetas virtualmente, aunque no presencialmente.
Estas son muestras generales, sin contar las recientes redes virtuales de jóvenes poetas de los noventa y finales de los ochenta, que empiezan a experimentar el reunirse virtualmente, (paso inverso de las generaciones que les precedieron, ahora sólo falta que en lo táctil puedan convivir también), pues existen innumerables redes (materiales) en los estados, aunque en realidad la tendencia es a la permanencia de núcleos poéticos aislados, incluso entre sí, aislantes en sus propios estados o comunidades, como se da en la zona conurbada, en el mismo DF (pues es amplísimo) y en la provincia en general. Lo trascendente de estas redes es que son germen, o modelo básico para vincular a los núcleos aislados, y en la medida que se repliquen en los diversos “grupos” propulsores también se pueda lograr un mayor rango de impacto en la sociedad.
Existen los lectores de poesía, es verdad. Yo los he visto. He platicado con ellos. Ahora mismo este breve artículo sobre poesía mexicana es para ellos. En su mayoría tienden a leer lo que se les ponga en frente, entiéndase por esto, lo que encuentran en los libros de viejo o en los aparadores de Gandhi, Sanborn’s y en las librerías EDUCAL o el FCE, y en el caso de universitarios, lo que hay en sus librerías y bibliotecas. Pareciera éste, todo el fondo de donde tomar poesía. No leen más, y esto no porque no quieran, o sean holgazanes en su búsqueda, en su verdadero deseo de encontrar nuevos poetas, sino por la simple y llana practicidad de consumo: el aparador, y en recurrentes ocasiones la falta de dinero para comprar y arriesgarse con un autor raro.
En este sentido escribo este texto, no sólo a partir de estas fuentes de la bibliografía poética reciente, sino fundamentado en un panorama con “un poco más de riesgo”, un poco más allá del “aparador”, pero no por ello menos relevante. Lo hago no para presentar los “mejores 10 poetas”, como lo haría Letras Libres, la revista Chilango de Expansión, o algún crítico que habla a la ligera a partir de un panorama efímero. Es de mi interés ofrecer al lector en este artículo un panorama breve, con la intención de instarlo a dudar, a interrogarse si es verdad la “equivalencia jerárquica” que propondré, y en caso de no conocer al poeta que enumero, buscarlo y leer su obra (que será breve, seguro, por ser de autores recientes, y en caso de poetas ya muertos, difícil de encontrar, pero que bien vale la pena el esfuerzo). Mi intención es compartir una lectura con el “ojo extendido”, tanto para atrás, como para el presente punzante, a partir de las editoriales que mencioné en la primera parte de este texto, suscitado del movimiento que provocaron dichas editoriales (ya sea por sus antologías, sus encuentros, sus ferias o festivales, e incluso por sus concursos) que publican y difunden a los poetas que veremos a continuación catalogados, y que fueron extraídos de las colecciones varias de estas editoriales tanto independientes como alternativas, y que detonan el ya citado boom poético; que no por ello son totales, sino todo lo contrario, son apenas base para los principios de investigación que comparto para su escrutinio, dejando así en claro que se aceptan propuestas para expandir el marco de referencia bibliográfica de la creación poética reciente.
Con estos datos, dejo en claro que hay movimiento poético en diversas partes de México, y no es unilateral; lo que nos deja la tarea de valorar el nivel estético ante tanta producción (como lo planteaba Karina Falcón) haciendo una comparación entre la estética alternativa y la independiente. Así, podemos ir delimitando los términos generales para enmarcar, no un juicio o análisis poético a fondo, pero sí una referencia de garantía de calidad dentro de ambos círculos. Intentaré señalar ciertos puntos generatrices o tendenciales de los “movimientos” poéticos actuales, y lo realizaré a partir de la generación de duplas antagónicas entre poetas editados, unos desde lo alternativo y otros desde lo independiente, pues en mucho la proliferación de estéticas responde a un diálogo intertextual de la época, ya sea a nivel simbólico, estructural o ideológico. Con antagónico me refiero, que pese a un estilo o fondo opuestos, hay en cada uno de los poetas que integran la “dupla” un vínculo lírico, histórico, dialéctico, que los ampara con la ya referida calidad (sustentada por supuesto en una referencia comparativa con el canon tácito), detalle que valdría la pena analizar más sistemáticamente en un futuro ensayo.
Presento la lista de poetas, que a mi criterio, pueden generar la dinámica con la que realizo la asociación en pares dialecto-estéticos como posibles parejas contrapuestas. Esto con la idea, de que hay una correspondencia, no sólo histórica, sino estética, entre los alternativos y los independientes, pues hay semejanzas ya sea en el tratamiento del poema, en el objeto crítico, o en el manejo simbólico de los elementos naturales que vinculan los estilos de los integrantes de cada par, que enlisto de manera cronológica a partir de sus fechas de nacimiento, aunque las parejas de poetas no siempre pertenezcan a la misma década. Lanzo mi configuración para dar cabida a la crítica de todos, aquí mi perspectiva, que como siempre, dejo abierta a sus valoraciones:
1. Ramón Martínez Ocaranza (1915) / Rubén Bonifaz Nuño (1923)
2. Alí Chumacero (1918) / Max Rojas (1940)
3. Enrique González Rojo Arthur (1928) / Eduardo Lizalde (1929)
4. Raúl Renán (1928) / Juan Bañuelos (1932)
5. Norma Bazúa (1928) / Jaime Labastida (1939)
6. Saúl Ibargoyen (1930) / Eduardo Milán (1952)
7. Marco Antonio Montes de Oca (1932) / Abigael Bohórquez (1936)
8. Gerardo Deniz (1934) / Roberto López Moreno (1942)
9. José Emilio Pacheco (1939) / Ikram Antaki (1948)
10. Leopoldo Ayala (1939) / Carlos Montemayor (1947)
11. Juan Manz (1945) / Fabio Morábito (1955)
12. Antonio Deltoro (1947) / Óscar Wong (1948)
13. Francisco Hernández (1946) / José Peguero (1955)
14. Elsa Cross (1946) / Isabel Quiñones (1949)
15. Evodio Escalante (1946) / Eusebio Ruvalcaba (1951)
16. Teresa Guarneros (1946) / José Luis Rivas (1950)
17. José Vicente Anaya (1947) / José Javier Villarreal (1959)
18. David Huerta (1949) / Pedro Damián (1954)
19. Marco Antonio Campos (1949) / Mario Raúl Guzmán (1959)
20. Efraín Bartolomé (1950) / Orlando Guillén (1954)
21. José de Jesús Sampedro (1950) / Mario Santiago Papasquiaro (1953)
22. Coral Bracho (1951) / Silvia Tomas Rivera (1956)
23. Iliana Godoy (1952) / Vicente Quirarte (1954)
24. Eduardo Lagagne (1952) / Julio Eutiquio Sarabia (1957)
25. María Rivera Valdez (1954) / Jorge Esquinca (1957)
26. Ricardo Castillo (1954) / Kyra Galván (1956)
27. Luis Miguel Aguilar (1956) / Jorge Fernández Granados (1965)
28. Porfirio García Trejo (1957) / Juan Domingo Argüelles (1958)
29. José Ángel Leyva (1958) / José Francisco Zapata (1962)
30. Tedi López Mills (1959) / Ivan Leroy (1966)
31. Sergio García Díaz (1962) / José Eugenio Sánchez (1965)
32. Josué Ramírez (1963) / Adán Echeverría (1975)
33. Miguel Ángel Galván (1955) / Jorge Lara (1960)
34. María Baranda (1962) / Guadalupe Ochoa (1963)
35. Cosme Álvarez (1964) / Jeremías Marquines (1968)
36. José Homero (1965) / Jesús Bartolo Bello (1970)
37. Ernesto Lumbreras (1966) / Arturo Terán y Mendoza (1968)
38. Marco Fonz (1965) / Sergio Valero (1969)
39. Ángel Carlos Sánchez (1967) / Luigi Amara (1971)
40. Mario Bojórquez (1968) / Adriana Tafoya (1974)
41. María Rivera (1971) / Javier Gaytán (1971)
42. Julián Herbert (1971) / José Miguel Lecumberri (1981)
43. Rocío Cerón (1972) / Gabriela Puente (1973)
44. Kenia Cano (1972) / María Cruz (1974)
45. Lorenzo Morales Malasangre (1973) / Álvaro Solís (1974)
46. Luis Felipe Fabre (1974) / Andrés Cisneros de la Cruz (1979)
47. Balam Rodrigo (1974) / Estephani Granda Lamadrid (1985)
48. Jair Cortés (1977) / Neri Tello (1978)
49. Eduardo Oláiz (1977) / Hernán Bravo Varela (1979)
50. Óscar de Pablo (1979) / Iván Cruz Osorio (1980)
51. Rodrigo Castillo (1982) / Ileana Garma (1985)
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