El día menos puntual, más luminoso, es testimonio fiel de mi derrota. Sin mirar el reloj sé que son las once, cuando en mi pecho apenas dan las siete y fluye en la calle un sabor a novia triste, a leche sin dulzura. Sé que me gusta caminar, que mis zapatos me conducen por calles que conocen mis suelas desgastadas; seguro de amar una cintura esbelta como el agua, toda puerta que toco se abre siempre y la banqueta es litoral de un mar que no se ha ido. Miro la calle desde mi ventana y el día levanta su carpa incomprensible: algo más que este vidrio nos separa. El café, la camisa, el frío y el remordimiento de estar vivo son lo mismo. Bajo la regadera preparo nuevas estrategias para abatir al oso. Salgo del baño y me miro en el espejo: el oso celebra su pacto con Heráclito y Descartes. Desde que existe, ¿nos hemos bañado en la misma tina? Al pasar el rastrillo por la barba, escucho los gruñidos de la fiera: ella existe, luego pienso.
Vicente Quirarte, incluido en Tigre la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea 1950-2005 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2006, selecc. de Víctor Manuel Mendola, Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes).
Otros poemas de Vicente Quirarte
Teoría del oso (II, III, V), Viento, fuego, viento (Homenaje a H. M.)
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