Silba con delantal la caballería de Rossini removiendo la espuma de un mar muerto. Pone brea al sillón volantín, escrupuloso en el arte de las mortificaciones, tras las noticias del frente.
Acabará la balacera un día soleado, piensa con la aritmética de barbas en remojo, pusilánime tras el turno de esmeril de sus tijeras. Melancólico por las bajas del equipal de sus prórrogas, vuelve a la carga con su mantel de seda, cubriendo una parte de cielo.
Ernesto Lumbreras, incluido en La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (1965-1985) (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 2007, selec. de Alí Calderón, José Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solis).
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