Dakhla es una de las ciudades más importantes del Sahara Occidental, actualmente invadido por Marruecos con la aprobación mal disimulada de las potencias occidentales. Umar Abass, poeta saharaui, de Dakhla, prácticamente no ha vivido allí, "Me sé atrapado, compañera,/ por eso debo masticar cada mañana/ la sal y el cuerpo sin sombra del exilio,/ las nubes que a la demencia me empujan,/ el viejo sueño de despertar en Dakhla". Recuerdo el hermoso librito de Claudio Guillén, El sol de los desterrados, y reconozco a Umar Abass entre sus posibles personajes. Para él el exilio es su única obsesión, "Pero todo es volver a lo conocido,/ hacia lo mío, hacia lo amado,/ un lugar, un tiempo fuera de la mente". Varias citas del gran poeta sufí, Yalal Al Din Rumí, nos acercan al tipo de poeta que es Umar Abass. Uno de sus temas, estrechamente relacionado con el exilio, será la libertad que simboliza en el río, en los pájaros, en los propios saharauis que desde los campamentos, en este caso desde Tindouf, se niegan a conformarse con su realidad, "Nada sabe Adine del sol sobre los bosques,/ y a veces sueña con pájaros azules/ que, dormidos, se posan en la nieve./… Nada sabe Adine y ha pintado en la palma de su mano/ una alada y temblorosa barquichuela".
El tema por excelencia de toda la poesía árabe y en especial de la sufí es la amistad, ya lo encontramos en una de las más hermosas citas de Rumí, "Qué dulce es hablar y discurrir, conversar con sus labios,/ especialmente cuando abre la puerta y dice, ‘Pero amigo, entra’". Para el hombre del desierto la amistad está íntimamente unida a la hospitalidad, a la casa propia, que se abre de par en par ante el amigo y así lo vemos en varios poemas del libro, y a la del amigo, que siempre podemos sentir como nuestra. En el poema 'Al viejo Firdausi' encontramos este segundo caso, unido a la sabiduría que dan los años y la discreción, "Nunca pregunta. Con timidez/ señala hacia las dunas,/ en ellas, dice, se halla la respuesta,/ …". Pero la vida es una espiral que siempre empieza donde acaba, y del tema de la casa propia se pasa al tema que da título al libro, la ausencia de esta o la pérdida o el sueño de volver a habitarla, "La casa de tu padre será siempre tu casa". Y también, a veces, sabemos que nunca volveremos a ella, "Alguna vez al hombre (pero no a todos los hombres)/ le llega la esperanza de una casa propia./ Allí, piensa, podré tender mi ropa,/ ver cómo pasa el invierno en la tarde que avanza".
El sueño e Dakhla, estos poemas tan hermosos y sencillos, la aparente sencillez de los versos de Manuel Moya, que nos ofrecen propuestas inteligentes, miradas profundas y emotivas al mundo que nos rodea y que a veces no miramos porque lo tenemos ahí, delante de nuestros ojos, versos "para saber que sólo lo vivo hace temblar lo vivo,/ como el leve pájaro la rama donde se posa".
Rafael Suárez Plácido, en Huelva Información
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