Dime qué puedo hacer sino adorarte
cuando inundas tu valle con espuma
de afeitar y, empuñando la navaja,
eliminas el vello que te sobra.
Dime qué puedo hacer salvo extasiarme
viendo como tus labios inferiores
y tu monte de venus y tus ingles
se liberan del manto innecesario
y emergen tal y como aparecieron
cuando naciste, flor sin equipaje,
luna sin ramas, sol claro y desnudo.
Luis Alberto de Cuenca, incluido en Aldea poética IV. Sxo (Editorial Ópera prima, Madrid, 2009).
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Si señor, Luis Alberto de Cuenca en su máximo esplendor, sensualidad en sus versos como pocos, y talento en dosis extremas.
ResponderEliminarSaludos!
No había leído a Luis, pero este poema me atrajo. Por cierto Carmen, parece que eres de Madrid, a ver si coincidimos en algún evento.
ResponderEliminarUn saludo.
Por supuesto, en septiembre hay una reunión de poetas en Madrid, en el café Gijón. Si me entero de algún detalle sobre este evento te informo.
ResponderEliminarAbrazos!
No soy mucho de cafés poéticos, prefiero los que ponen fútbol, pero por ir a conocerte me acercaré. Además si me informas lo publicaré en el blog.
ResponderEliminarUn saludo.
Ah jajaja, si me entero de algún evento con café y futbol te aviso.
ResponderEliminarPensaba que hablábamos de poesía.
Sí, es que la poesía me gusta más leída que escuchada. Manías. Por esa tertulia pasa también Jara Bedmar, me parece. La del Café Gijón, no la del Manzanares, jajaja.
ResponderEliminarUn maestro, tremendo
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