Vuestra voz tiene acento de laurel,
decidme dónde habéis estado tanto tiempo,
por qué no regresasteis a la hora de la siesta,
por qué no estáis aquí vendimiando mis dudas.
La noche es muy inmensa para encontrarse solo.
Aquí está vuestra casa de campo abandonada,
vuestro perro pastor que se enrolla en sí mismo
y da vueltas y llora.
Decidme dónde andáis para haceros llegar unos abrazos
y unas deudas y un pan y unos limones.
Sucede que mis manos ya no pueden arar vuestro recuerdo
y la vida me huele a humedad y a cerrado.
Aurelio González Ovies en La hora de las gaviotas (Diputación Provincial, Huelva, 1992).
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