aplastada al planeta como un muerto bien educado,
la pequeña atleta brinca, puliendo
en cada giro espacial
su chispa de materia finada.
A solas con mi difícil pulmón
miro el liviano diseño de una coreografía
prisionera de su propia y exacta libertad,
la pirueta circular, su trayectoria lírica
sobre la chata, infinita referencia del suelo.
Jadeando, ovaciono esta fe,
esta aventura ingrávida de la menor carne posible,
sus rápidas curvas aéreas
entre mínimos puntos de apoyos instantáneos
de la mano y el pie,
el vuelo que el planeta permite
suave, enorme, acostado,
al juego de su pequeña criatura saltarina.
Joaquín O. Giannuzzi, incluido en Antología poética (Visor Libros, Madrid, 2006).
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