El viento es fuerte y mueve los cacharros,
los platos, maceteros y hasta el cobre,
que cuelgan de la entrada de las tiendas.
No hay nadie levantado, pero todos
tienen perdido el sueño y se preguntan
si arreciará la ruina, si los fardos
que cubren las fachadas de los puestos
podrán tener a salvo la materia
que el fuego le engendró a la humilde arcilla,
o si, por el contrario, muy temprano
habrá que hacer limpieza y, sin demora,
volver a darle un orden al desastre
y abrir, una vez más sin su recuento,
la vida a su futuro pequeñito.
Adentro de la casa hay una calma
común que nos aúna en la tarea
de no otorgarle al miedo su tributo.
Y no hay más que decir, pues contra el viento
y contra todo lo imposible sólo vencen
los gestos diminutos y sagrados
que alivian la amargura cada noche
-sea noche de tormentas o de grillos-
con un silencio hermano que anticipa
la nueva luz que aguarda en la mañana.
Antonio Praena Segura en Poemas para mi hermana (Ediciones Rialp, Madrid, 2007).
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Siempre que cuento con tiempo,subo a mi nave blogera y salgo de blogs...
ResponderEliminarYa sabes que me encanta pasar de visita por aquí, vengo siempre porque me reconforta. Hoy llego desde Cuentos y Orquídeas y tengo un nuevo cuento a ver si gusta, hecha esta la invitación entonces, te mando un fuerte abrazo. Mucha luz y hasta pronto...
Muy bien, recibida la invitación.
ResponderEliminarSaludos.