Cuando llega esa Tristeza
no las pequeñas adversidades
no las contrariedades y contradicciones
no las cotidianas tristuras
como cuando se cae la mayonesa
y te pone perdida la cocina
sino la gran Tristeza.
Esa que nace de lo más hondo de la conciencia
de vivir una realidad cruel y tiránica
una realidad mentirosamente irreal.
Esa que te brota cuando te das cuenta
de que este mundo no está hecho para la felicidad
que no existe el paraíso terrenal
que a lo más que podemos aspirar
es a minúsculos destellos de claridad
como la noche sólo puede romper
su perfecta negrura
con esos puntitos de oro
que llamamos estrellas
y ese plato de plata
que solemos llamar Luna.
Cuando llega esa Tristeza
no los grises pasajeros
no los instantes de eclipse
no los otoños caseros
como cuando el salón se queda
tenuamente semioscuro
con la luz amarillenta
de una tímida bombilla
de cuarenta vatios
sino la profunda Tristeza.
Esa que llena de alquitrán el alma
esa que vuelve todos los versos tristes
esa que afea todas las bellezas.
Cuando llega esa Tristeza
a veces pienso
que mi reino no es de este mundo
que me mandaron por equivocación
a este planeta.
Paco Doblas en Utopías, iras y tirabuzones (Asociación cultural El Castillón, Ronda, 2001).
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