Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: "¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: "¡Quédate hermano!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces, todos lo hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar...
César Vallejo en España aparta de mí este cáliz (1937-1939), incluido en Obra poética completa (Alianza Editorial, Madrid, 1994).
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Este poema es el conjunto de letras más humano que he leído nunca. Gracias. ;D.
ResponderEliminarEs, sin dudarlo, mi poema favorito.
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