viejo derrotado que pela una naranja
como se sientan en los tronos los crepúsculos que en las
fiestas de disfraces se alimentan de la luz de las farolas
y los borrachos que practican piragüismo en tus ojos y luego se van sonriendo
como tahúres
como se sientan con el esófago por las rodillas
en los cines de madrugada
cerca de la humareda
todo se reducirá a una palabra cuando tu cojas la
avenida principal cuando te embarques y yo todavía
piense que la tormenta me persigue que la ciudad no tiene teorías
una palabra
entonces tu volverás a preguntarme
por qué las marionetas chinas dudan de la saliva
de que a ti te pique la nariz o te asuste un gato
o te produzca risa una tienda de pasteles
ese amor que se parece al amor de los tejados de los pozos y los espejos
Óscar Aguado en Yo fui el negro que escribió la Biblia (2005).
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