En este inmenso campo
de ladrillo y de acero,
donde se gana el gemido
y la compañía se pierde,
llevamos ya embargado
este trozo de vida
que nos queda.
Hay que andar
muchas calles
sin luceros,
contar
muchos números
sin sentido,
repetir
muchas señas
sin recuerdo,
aprender
muchos nombres...
y con el corazón
siempre en su sitio.
Hambrientos de esperanza
braceamos
en esta alberca
sin rumor
ni reflejo.
Rompemos las estrellas,
nacemos al suspiro,
y con traje de náufragos
buscamos las orillas
(en esta triste alberca).
Marina Romero en Sin agua, el mar (1962), incluido en Poesía completa (Editorial Renacimiento, Sevilla, 2023, ed. de Lucía Cotarelo Esteban).
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