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Crees de verdad que esa persistencia en el estribillo
justifica vestir a las hijas con trajes multicolores
confeccionados para avergonzar,
los cascabeles del capuchón
ideados para aturdirlas con el movimiento
y así saber a cada paso
dónde se encuentran
Si piensas que el ardor de sus manos es lo peor de todo
y la obediencia atávica de las pequeñas sirvientas
al barrer su reino
fregar a su paso ir a la compra
de los ingredientes para sus convites
o hacer las camas reales
les resulta a sus madres suficiente
… imagínalas en este poema
que ellas no pueden leer
sin cruzar el espejo
desconocidas para sí mismas
castigadas en la mascarada
mientras los dorados ojales saltan histriónicos,
los botones se abren como granos maduros,
las dudosas capuchas incongruentes
quedan silenciadas en el suelo,
cuando cada hija, al tomar a la adulta desprevenida
y siempre deshojando la flor preguntándose
:
«qué soy yo si te sueño qué soy si no te sueño»,
desde un cuerpo que todavía no es el obsequio de alguien,
pero tampoco
una olvidada criatura en su nombre de agua,
crea la utopía, el consuelo
que al niño cansado de desafectos
le susurra
:
entra en palacio
tus dientes de leche te esperan,
deja que haya cuatro soldados dormidos
apoyados en columnas de piedra,
las lanzas
caídas en el suelo,
deja que en la antecámara el perro guardián sueñe su hueso
y que en el largo pasillo que lleva a la sala del trono
los mayordomos abandonen las bandejas
y las copas,
deja sobre los tronos a los reyes
sin exigencias con sus súbditos,
sumidos
en el espíritu del vino,
deja la armería desguarnecida
las caballerizas despobladas
mientras las columnas de la heredad
caen unas tras otras
deja a tus párpados cerrarse
y que por la única torre en pie de celosías
entreabiertas
entre el horizonte por destino
… deja entonces que la erosión
se extienda una vez más
sobre cualquier evidencia
Rosa Lentini en Fuera del día (2022), incluido en Nayagua. Revista de poesía (III época, nº 35, febrero de 2023, Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).
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