Oh vida,
¿por qué tu suave dulzura se marchita en los labios?
¿Por qué?
Y el tacto del vaso con la boca sigue el susurro de su eco en el oído?
*
* *
¿Y por qué el aburrimiento
sigue anidando en las copas de la esperanza
y vive -hasta pasar a mi mano-, como un sueño,
en las bocas y en los ojos?
*
* *
¿Y por qué el dolor
tiene un sabor exquisito, más que una canción, precioso?
¿Por qué al declinar los planetas en el horizonte
huyen, alegres, a la nada?
*
* *
¿Por qué la diferencia
habita las caras con el insomnio,
mientras miles de ojos inmutables
despreocupados duermen?
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* *
¿Y por qué el viento
no sabe todavía que tenemos heridas?
¿Acaso él y el llanto ignoran que han llevado
a nuestras heridas la sal del mar?
*
* *
¿Y por qué el día
olvida que hay ojos llorosos, muchos y apasionados,
que niegan brillo a los pesados parpados
y quieren que se eche el telón?
*
* *
Y los tiempos,
¡cuántos recuerdos y tristes tragedias guardan en sus libros!
¡cuántas veces se ha tendido el barro
sobre sus tiernas mejillas!
*
* *
¿Y por qué la ausencia
derrama la belleza en lejanas colinas,
en los rostros desconocidos,
más allá?
*
* *
Y las canciones,
ojalá viviesen y palpitasen todavía,
aunque el amor quedara en el olvido
y en un suspiro sus melodías.
Nazik al-Malaika, incluido en Diván de poetisas árabes contemporáneas (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 2016, ed. y trad. de Jaafar Al Aluni).
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