Mujer canosa maloliente parada en la esquina levanta
el vestido polvoriento y muestra sexo gris y suyo a los que
pasan a los clientes de la panadería a la rubicunda cajera
patrona que manda adentro al hijo púber no siga viendo
al animal desenjaulado.
Mujer canosa pies helados y callosos lanza palabrotas
insultándonos por sus dos agujeros vitales porque lo merecemos.
En un tiempo anterior a su recuerdo fue como todos
una en una comba tibia con la comba luego afuera inició
el camino del cordero y al corto tramo de vida conquistada
vislumbró hace mucho mucho voy a morir.
Lo que no supo entonces es que su muerte se repetiría
muchas veces por ejemplo una mañana luminosa a
manos de algunos transeúntes cajera y clientes de una
panadería con el aire impregnado de olor a pan recién
horneado solidario simple y bueno como el pan.
Martha Acosta en Desde (1991), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).
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