El taxi abandonado en la azotea del túnel
parecía un odeón en mangas de camisa
lleno de mariposas
Cómo se amilanó
ante la viejecita amiga del párroco
que blandía el bastón
y le negó un pedazo de queso
Hubo familias distinguidas
que lo miraban y vuelta a mirarlo
riéndose a carcajadas
Los niños de la escuela
le tiraban piedras hoces y martillos
sin pararse a pensar
que podían abollarlo
ni en que hoy por ti mañana por mí
El maestro se opuso
Les dijo Mejor será desmembrarlo
El hada de las cataratas
los ayudó a ordenar las piezas
Luego construyeron otro
parecidísimo al primero
El túnel guiñó el ojo
El taxi también
Eugenio Granell, incluido en Poesía surrealista en español (Éditions de la Sirène, París, 2002, ed. de Ángel Pariente).
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