Puto decía en las frentes,
puto en las paredes pompeyanas del inodoro,
puto en las manos sebosas
y en los muros ignorados, escrito con odio:
pe de puto en los ojos cuando hacían esas hipérboles,
esas elipsis,
cuando se iban al techo, a la nuca,
la niña desmayada entre secreciones y ronca risa:
puto en esas visiones repentinas,
en esos gestos movedizos,
en la cadera, su abrupta estatua,
sus lentas, desaforadas descripciones:
puto en la locura doliente desde los ojos
como pájaros escapándose
a un cielo que respira su trágico y su cómico,
y se deja caer por el lujo de contemplarse en esa prisa:
y el dedo que rayaba las sábanas,
tan triste y tan digno,
luego removiéndose entre risas,
detenido en el aire, diciéndolo:
“pues sí,
morena (y puto) soy porque el sol me quemó,
¡oh, hijas de Israel!”
Juan Carlos Bautista, incluido en Arquitrave (nº 67, abril-junio de 2017, Colombia).
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