Andan juntos, a todas partes van.
Uno solo es inservible, huérfano, cojo.
Son humildes, soportan los hongos, la comezón,
las heces de los perros.
Al filo del cansancio caen donde sea.
Como el agua al vaso
adquieren la forma del pie que los contiene.
A veces los veo alejarse en busca de otro niño
el que se cortó el dedo gordo en un basural.
En la crepitación de fuego
o bajo el salitre claustrofóbico
estarán conmigo.
Ellos saben aquello de morder el polvo.
Rolando Rosas Galicia, incluido en Arquitrave (nº 67, abril-junio de 2017, Colombia).
Como el agua al vaso
ResponderEliminaradquieren la forma del pie que los contiene.
A veces los veo alejarse en busca de otro niño
el que se cortó el dedo gordo en un basural.
En la crepitación de fuego
o bajo el salitre claustrofóbico
estarán conmigo.
Ellos saben aquello de morder el polvo.
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Hay escenarios fastuosos, como espejos en un estuario y
esa imaginación de los claustros sin simbolismos imaginarios.
Comparaciones icónicas y aquellas inadvertidas pero tan superadoras
como las de los poetas o la del escritor sin egolatrías proverbiales y la semántica, que dejamos que nos impregne de nostalgias...
Interesante aportación.
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