Soñé que mi padre tenía un ventanuco
en el techo,
la única abertura
por la que podía mirar al exterior.
En la habitación los muebles estaban amontonados
como en un trastero.
El ventanuco estaba casi completamente tapado
con un gran pedazo de cartón
color gris de tormenta.
A pesar de ello mi padre estaba tratando
de abrirse camino
deslizándose entre armarios, cajones y un secreter
– estaba de puntillas
con el fin de mirar a través de la última rendija,
por la que aún entraba
un rayo de luz.
No se quejaba, pero yo busqué indignada
a las enfermeras por los pasillos
de linóleo de colores de emergencia
y un dolor dulzarrón enfermizo
a fruta podrida.
Había también otro problema:
¡la escritura de mi padre!
Estaba a punto de desaparecer –
o ¿es que escribía
con tinta de nieve?
El hecho de que yo no pudiese descifrar los últimos restos
de sus escritos
me preocupaba tanto como
el panorama que le faltaba y del que no podía disfrutar.
Les pedí a las enfermeras
que le devolviesen a mi padre su escritura.
Ellas buscaron consejo en la biblioteca del olvido,
pero todos los libros estaban prestados.
Además la llave
de la caja de las plumas y el papel
era demasiado corta,
la esperanza es cosa del pasado,
se lamentaron levantando la mirada hacia el cielo vacío.
Pia Tafdrup, incluido en Altazor. Revista electrónica de literatura (1ª época, año 2, abril de 2020, Chile, Renato Sandoval y Thomas Boberg).
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¡Qué desolador y descorazonador poema de Pía Tafdrup!
ResponderEliminarEsas dos palabras, así, juntas, definen muy bien lo que sentí al leerlo.
EliminarPoco sabemos de las letras danesas...
ResponderEliminarSi entras en la versión web del blog podrás acceder al catálogo de países y allí encontrarás varios poetas daneses.
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