¡Escucha! Busco Dios y diamantes
en la minucia de esta vida de fiemo
incapaz de entregarme a sus bayas y guirnaldas
Con sus ojos me desuella y quiebra mis huesos.
Duerme todo el día con las cabras. De noche
susurra, «Consigue tu Dios y tráeme diamantes»
Entonces seremos sabios/estaremos a gusto. Tendremos hijos
de manos limpias. ¡Ah! Por ser útil
pierdo el apetito. ¡Diamantes! Mi alma resuena
Cuando agito el vacío y anuncio a los pájaros:
«Debo estar hecha de despojos
¡Deberían serme dados Dios y diamantes!»
Y así, a través de las luces y las sombras que rebasan
la razón, gasto esta vida día y noche.
Inútil reprimir mi alma vendiendo lo que se me ha cedido
En mis sueños, bailo nuestra sabiduría sobre piedras
y estiércol. Despierto, me adhiero a la muerte con la querida vida.
¡Fuera! Busco Dios y diamantes
para envolver su cuello con mis manos desnudas.
Ricardo de Ungría, incluido en Lo último de Filipinas. Antología poética (Huerga y Fierro editores, Madrid, 2001, selec. de Jaime B. Rosa, trad. de Ellyde Maestre).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: