Un dado todavía sin ojo,
latido que precede a la salida del sol.
En el claro para siempre inencontrable
la flor roja, la azul.
La felicidad es animal blanco.
No mascota.
Su recelo es respetable.
Nunca sana la herida
que él muerde en el corazón.
Otros poemas de Erika Burkart
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: