martes, 15 de junio de 2021

Poema del día: "Peyote poem", de Michael McClure (Estados Unidos, 1932-2020)

Claro — los sentidos brillan — sentado en la silla negra — Mecedora —
los muros blancos reflejan el color de las nubes
que se mueven sobre el sol. ¡Intimidades! Las habitaciones

no importan — sino como divisiones de todo espacio
de toda fealdad y belleza. Escucho
la música de mí mismo y la escribo

para que nadie la lea. Atravieso fantasías mientras
me cantan con voces-de-Circe. Visito
entre la gente de mí mismo y sé todo
lo que necesito saber.

¡LO SÉ TODO! ENTRO A LA HABITACIÓN

hay una cama dorada que irradia toda la luz

el aire está lleno de fundas y tapices plateados

me río para mí. Sé

todo lo que hay que saber. Veo todo lo que

hay que sentir. Me llevo bien con mi dolor
de tripa. La respuesta

al amor es mi voz. ¡No hay Tiempo!
Ni respuestas. La respuesta al sentir es mi sentir.

La respuesta a la alegría es alegría sin sentir.

La habitación es un querubín multicolor
de aire y colores brillantes. Mi dolor de estómago
es tibio y suave. Sonrío. El dolor
es punzante, sin angustia.

¡La luz cambia la habitación de amarillo a violeta!

El espacio oscuro tras de la puerta es precioso e
íntimo, silencioso y quieto. El lugar de nacimiento
de Brahms. Sé
todo lo que necesito saber. No hay prisa.

Leo el significado de murallas rasguñadas y de techos agrietados.

Estoy separado. Cierro los ojos en divinidad y dolor.

Parpadeo en solemnidad y alegría no solemne.

Me sonrío a mí mismo en mis movimientos. Camino
y subo con cuidado. Lleno

el espacio conmigo. Veo los secretos
y nítidos dibujos del humo de mi boca

Soy parte de todo descuidadamente. Nítido.
Separado de penumbra y belleza. Lo veo todo.

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(AMPLITUD

Y adusta intensidad — cerca dentro de mí. No más
una nube
sino carne real como una roca. Como Heracles
de primordial sustancia y vitalidad.
Y ni siquiera asustado por aquello trasquilado de encanto

sino aceptándolo.
Lo que es hermoso no es nuestro

pero lo miro. Entre ellos.

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Y lo indio. ¡Es verdad!
Aquí en mi Apartamento tengo pensamientos tribales).

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¡¡¡ESTOMAGADO!!!

No hay tiempo. Me visita un hombre
que es el dios de los zorros
hay polvo fresco de su guarida
bajo las garras de sus patas.
Nos sonreímos al reconocernos.

Estoy liberado del Tiempo. Lo acepto sin júbilo

—un hecho.

Cierro los ojos y hay destellos de luz.

Mis ojos no enfocan sino que saltan. Veo que tengo tres pies.
¡Veo siete lugares a la vez!

El suelo se inclina—la habitación asciende
las cosas se funden
unas con otras. Destellos de luz
y fundidos. Espero

mientras veo el cuerpo de las cosas pasar.

Estoy en una meseta de tiempo y espacio.
¡ESTOMA-GADO!

Escribo la música de la vida
en palabras.
Escucho como colores los sonidos circulares
de la guitarra.
Siento el tacto de la carne.

Veo el vago caos de las palabras
en la página
(gracia extrema)
(Dulce Yeats y su bola de hachís).

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Mi vientre y yo somos dos individuos
reunidos
en vida.

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ÉSTE ES EL PODEROSO CONOCIMIENTO
sonreímos con él.

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En la ventana miro hacia la penumbra
azul-gris de la monotonía.
Estoy a gusto. En el dragón del espacio,
miro en las nubes y veo
sus circunvoluciones nebulosas.
Los remolinos de vapor

Deseo pequeñas nubes que no tienen existencia.

Se transforman en peces que se devoran entre sí.

Y cambian como los espíritus sacros de Dante

transformándose en un águila que me desafía

congelada cielo arriba.

Michael McClure en The dharma beats (Varasek Ediciones, Madrid, 2017, trad. de Andrés Fisher y Benito del Pliego).

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