Contentamientos pasados,
¿qué queréis?
Dejadme, no me canséis.
Contentos, cuya memoria
a cruel muerte condena,
idos de mí en hora buena,
y pues que no me dais gloria,
no vengáis a darme pena.
Ya están los tiempos trocados,
mi bien llevóselo el viento;
no me deis ya más cuidados,
que son para más tormento
contentamientos pasados.
No me mostréis lisonjeros,
que no habéis de ser creídos,
ni me amenacéis con fieros,
porque el temor de perderos
se perdió en siendo perdidos.
Y si acaso pretendéis
cumplir vuestra voluntad
con mi muerte, bien podréis
matarme, y si no, mirad
qué queréis.
Si dar disgusto y desdén
es vuestro propio caudal,
sabed que he quedado tal,
que aún no me ha dejado el bien
de suerte que sienta el mal.
Mas con todo, pues me habéis
dejado y estoy sin vos,
paso, no me atormentéis;
contentos idos con Dios,
dejadme, no me canséis.
Vicente Espinel, incluido en Poesía de los Siglos de Oro (Epublibre, Internet, 2002, ed. de Felipe Pedraza y Milagros Rodríguez Cáseres).
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