Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Invades el camino,
De punta a punta,
Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta,
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio
Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
esta voluntad donde pende una línea
como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.
Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada
mírame frágil
sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
como un colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero
inválido.
Andrea Cabel García, incluido en Liberoamérica (agosto de 2019).
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Cuando la poesía llega al alma no hay palabras para describirla, solo leerla y sentirla. Saludos
ResponderEliminarEfectivamente, si te llega, te llega. Felices fiestas.
EliminarMe ha encantado ese poema. Un abrazo, y felices fiestas
ResponderEliminarMe alegro mucho, con esa intención se van subiendo. Un abrazo.
EliminarSi es algo que se siente te llega al alma y ya... muchas veces se siente úno identificado
ResponderEliminarEso es, o te llega o no te llega. Si te llega haces tuya la poesía. Un saludo.
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