¿Dónde dar con la palabra justa
de la puerta del silencio
para abrir la danza del cuento
cerca de mi piel de mujer
que dios ha inventado
como un instrumento de música inédita?
Érase una vez una lombriz
que se llamaba Ombligo del mundo
rebuscaba en la humedad de la tierra
husmeaba el fuerte olor de los orígenes
ascendía a tierra firme
donde arrastraba su cuerpo sin huesos
algunas huellas de su piel
que los humanos con anteojeras no veían
entonces la lombriz contaba las desdichas de la tierra
lloraba lágrimas grises de soledad
que engordaban los arroyos y los ríos del entorno
Por ti voy a contar el cuento del gusano
pescaré las palabras en el mar sin fondo
de las islas Fortunada y Soledad
ignoro qué trampas me tejen los abismos
de la humana necedad
sólo el sol del último canto de esperanza
posa en mi mano de agua rayos intermitentes
para fluir por las callejas de la escritura
la odisea del desgarramiento
En aquel tiempo la tierra de la lombriz
estaba gobernada por el Encantador
El Encantador era el amo absoluto de los campos
El Encantador era el jefe de las casas
El Encantador era el guía
de todos los lugares de la tierra
Y el Encantador adoraba pasearse
entre los hombres con su varita
que no tenía nada de varita
pues dibujaba la llave de los campos
entonces los humanos se instalaron a campo raso
y allí se multiplicaron como hormigas
Devoraron todas las plantas
Hicieron papilla las hierbas
Taparon las huellas originales del gusano
que se vistió de majestad a sus ojos
la lombriz fue a la escuela de la vida
y la lombriz se hizo experta
en música de lombriz
pero la lombriz lloraba
en su rincón por las mañanas
sólo era un miserable gusano de tierra
que los ojos del Encantador no verían jamás
En aquel tiempo
con un toque de varita mágica
los malos estudiantes se volvían grandes sabios
pues la mediocridad era un signo
patente de la sabiduría enviada
por los Dioses a la tierra
Se reclutaron entonces muchos sabios
pero la lombriz era muy astuta
el Encantador ignoró su existencia
no sabía siquiera
que las lombrices existían en la tierra
el Encantador pasaba su tiempo lavando algunos ceros
(él, el Encantador, tarea poco digna
para sus manos de Encantador)
Mi cuento es de viento y lluvia
mi cuento anónimo es mañana de bruma
lo encontré en el reborde de mi ventana
donde el silencio se posa conquistador
como un pájaro azul
en mi palma de mujer
para beber en ella una gota de eternidad
Al romper su crisálida de malos estudiantes
las burbujas de mil colores aureolaban la ciudad
vacía de humanidad
el reloj de arena desgranaba el tiempo de los ceros
hasta el infinito
era el ciclo de la lluvia y el buen tiempo
en el día de la tierra
Efímeras eran que mezclaban
miles de vientos y palabras
miles de cifras
que les dibujaban alas de plata
Estas los transportaban al cielo de los negocios
donde se cruzaban con el asno de oro
metamorfoseado de rocío de Dios
pues la mariposa tiene la vista corta
cuando quiere alzarse a la altura del hombre
Atravesaré las olas del cuento de mujer
desafiaré los vientos del ciclón Incensario
que barren los senderos del saber Soledad
para sembrar en ellos el poder de los malos estudiantes
Tanella Boni en Il n'y a pas de paroleheureuse (1997), incluido en Poesía negra. Antología de poesía africana francófona contemporánea (Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos de la Región de Murcia, 2007, selec. y trad. de A. Salom).
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