el pintor Aronson hace un retrato de Sócrates, murmullo
de poetas estúpidos, señoras de la alta sociedad que resultan ser
agentes de las potencias extranjeras, por esto luchó Lef,
Mierkurov esculpe bustos de yeso, unos chistes judíos durante una partida de ajedrez,
Dios con cabeza de caballo se limpia los dedos grasientos en un mandil,
las ventanas cuadradas de la partida, aquí yace un carpintero,
compañero, y más adelante un serbio, un reloj de roble de la época de fin de siècle, en este lugar todavía hay varios ríos
sin nombre, puede ser el Leteo, la tierra para los campesinos, para todos,
Kruchonij lucha por un argot al estilo
golpear en los morros, para expresar mejor la revolución,
no come, aprieta la mano, no tiene tiempo, cómo es esto,
las frescas tumbas de los trabajadores,
Vallotton escribe con letra cirílica en la cruz:
un estúpido es un adorno de la vida,
y entre paréntesis Gorki, el poema Lenin está finalizado
y Mayakovski llama a la fábrica de vidrio con una pregunta
sobre la fecha del recital: desgraciadamente Vladimir Vladimirovich
—contestan— de momento hacemos la revolución,
en París es marzo y hace calor, Lenin sale de casa de puntillas,
para no despertar a la esposa del futuro ministro de educación.
Julian Kornhauser, incluido en Poesía polaca contemporánea (Ediciones Rialp, Madrid, 1994, selec. y trad. de Fernando Presa González).
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