tosió un Niño de diez años:
-Qué tos más desgarradora e incoercible- comentó acto
seguido con voz argentina.
A José Kozer
Jódeme y tanto el corazón arritmia fibrilante su coreografía vascular
Cada que oye su ritmo diablo todo glauco ya... atina a escribir
p o e m a No le creas
No le creas nunca al corazón podría ser un ronrón
dicho en alcohol por la Guillot
Una frase yerma (y sin embargo la única
en donde vale hacerle una muesca a la razón) Mas no le creas
p o e m a no farfulla resistencia u oposición
Delata ausencia
Entonces tenemos cada vez menos opción:
(A) Hacerle un haendel al lenguaje y concebir un art poétique de la crise
(B) Arrojarnos en bungy jumping sobre él
o (C) Obviarlo y derivar zen apacible
Pero en lo común está cada vez más lo inconcebible,
e indigna reducirse de acuerdo a la opción múltiple
por azar o puro automatismo:
¿occidente u oxidante? ¿accidente?,
¿hembra o hambre? ¿padre o pared?
Y mientras, los niños preguntan cómo produjo
aquel sauce/ manzanas (Kozer, José. 1940- )
¿Si la poesía antípoda de infancia qué bledo este oficio?
¿Desde qué estrella hacia Nunca Jamás?
¿Qué ave ala en Kensingston park?
¿Cómo se escribe Cheshire?
¿Importa?
Si creyera que esto hoy páginas blancas
desaparecería:
El niño que las lee aún me sueña
Maurizio Medo, incluido en Ritmo (nº 20, julio de 2013, UNAM, México).
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