un estremecimiento corrió en la grama,
y un verde escalofrío sobre el calor
pasó tan ominoso
que trancamos las ventanas y las puertas
como ante un fantasma esmeralda;
la eléctrica alpargata de la catástrofe
en aquel instante pasaba.
Extraño tumulto de convulsos árboles
y de cercas volando
y ríos con casas corriendo
vieron los vivos aquel día.
En la torre la campana enloquecida
las volantes nuevas arremolinaba.
¡Cuánto puede venir,
cuánto puede pasar,
pero seguir el mundo!
Emily Dickinson, incluido en Antología de la poesía norteamericana (Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selec. de Ernesto Cardenal, trad. de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).
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Qué poca poesía llegó a publicar. Muy buen poema
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por compartir
Si, poca, pero buena a nosotras nos ha llegado y la disfrutamos. Un abrazo.
EliminarMaravilloso, Emily siempre única ¡qué originalidad tan intensa!
ResponderEliminarSí, una mujer única, una poesía brillante.
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