cuándo lo llevan de la mano.
Apenas sabe originarse o beber ciertas dosis de su altura
y ya lo dejan sacudido y libre
a la entrada del humo y de los golpes,
a la entrada de su reproducción,
a la puerta invisible de la escuela.
Cuándo lo dejan solo que da pena verlo,
solo y con la jaula abierta,
iluminado por un pequeño candil
mientras la madre canta y da palmadas
creyendo que lo demás está previsto,
que siempre ha sido así.
El hombre sale, a bolina, en su afán de ser el séptimo color,
sacudido y libre,
creyendo que la jaula siempre estará abierta.
Frank Abel Dopico, incluido en Poesía cubana de los años 80. Antología (Ediciones La Palma, Madrid, 1994, ed. y selec. de Alicia Llarena).
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