mezclan el fulgor del arte con tu encanto perverso,
y las gardenias que engalanan los inviernos
se mueren en tus manos con caricias impuras.
Tu boca delicada de finas cinceladuras
destaca al modular el artificio de los versos:
sobre las olas de raso entreabiertas a sabiendas,
tu seno se abre en pálidas lujurias.
El reflejo de los zafiros ensombrece tus ojos azules,
y el incierto remolino de tu cuerpo ondulante
hace una estela de oro en medio de las luces.
Cuando tú pasas, manteniendo una tenue sonrisa,
rubio pastel recargado de perfumes y de pedrerías,
sueño con el esplendor de tu cuerpo libre y desnudo.
Renée Vivien, incluido en Arquitrave (Segunda época, nº 60, junio-septiembre de 2015, Colombia, versión de María Dolores Martínez).
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Bello poema que en el original suena mejor y sin vamos aspavientos de tamiz surrealista.
ResponderEliminarSí, lo ideal sería leerlo en su idioma original.
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