He venerado símbolos creados por la mano que gobierna los aplausos y caídas de los hombres.
He venerado dioses desde el filo de mis ojos y mis dientes y he mirado y he comido de la carne
de la tarde ya ofrecida.
He venerado dioses desde el canto y hacia el canto me han llamado las sirenas que comandan
los que nombran y designan este mundo tan pequeño, tan apenas construido, esta sílaba
la evoco y acaricio con mi lengua, con mis años y te pido una mirada, una caricia y tu
cuerpo congregado me detiene, me ilumina ese estar tan de repente sin el ánimo de
siglos, de accidentes y tu cuerpo congregado me detiene.
He venerado dioses que mi mano construyó, he construido dioses en mis lágrimas cayendo.
He levantado dioses de ese estar tan de repente en la trampa del insecto que en tu vientre se
detuvo, del hallazgo que corona tu silencio, tu recta y solitaria compañía.
Bajo Dios, toda criatura es alabanza.
He venerado dioses y oraciones, he creado el aceite y el incienso con que nombro los rituales
transitorios de los hombres que veneran a su imagen semejanza.
He atrapado en mi cuerpo los dolores y los dioses, fragmentos de una luz imperfectible que me
ciega esta humildad de su reino y su alabanza me han llamado.
Pero me gana el vientre, la inmóvil percepción de la memoria.
Bajo Dios toda criatura es una efigie, un ciempiés que atrapado nos contiene.
He venerado dioses con la fe de su cuerpo que ahora quieto se congrega y que ahora quieto se
congrega y abastece.
Bajo Dios toda criatura es demonio entre la esencia.
Ofelia Pérez-Sepúlveda, incluido en La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (1965-1985) (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 2007, selec. de Alí Calderón, José Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solis).
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Gracias por incluirme. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por escribir tan intenso poema. Un abrazo.
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