en la linde del pensamiento.
Siempre el dedo que destaca
en el ribazo.
Ya mucho antes
se demora el surco en la tarde.
Pero la nube:
pasa.
Siempre el ojo.
Siempre el ojo, cuyo párpado
tú abres al reflejo
de su hermano caído.
Siempre este ojo.
Siempre este ojo cuya mirada
a ese álamo solo envuelve.
Paul Celan en De umbral en umbral (1955), incluido en Obras completas (Editorial Trotta, Madrid, 2004, trad. de José Luis Reina Palazón).
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