esta piedra
luce como un absurdo menhir en este patio.
En el siglo XVIII
ella protegía la más bella esquina de la casona
de las ruedas de los carruajes
que entraban ruidosos al gran zaguán
y volteaban a dormir en el patio de los siervos.
La piedra es una presencia hierática
que mira siempre a través del ventanal barroco
la sala espaciosa
mientras la coronan
las flores de la buganvilla
que ahora, en tiempos de miedo, se enreda
en un cerco de púas de hierro.
La piedra
ha visto imperturbable el paso de las generaciones,
ha fisgado
grandes holganzas, convites, intrigas, despertares
de la concupiscencia
de las niñas sobre los muebles largos.
Esta tarde hay calma, y se la respira aquí
como un abuso de la Historia. Pero pronto surge
una conjetura contraria:
alguna hora, en algún momento,
resonará dentro de la casona
un súbito ruido
de cristales de ventanal haciéndose añicos.
Acudiremos entonces asustados
y veremos el milagro:
irrumpida en medio de la sala,
oronda, soberbia, casi respirando,
la piedra.
José Watanabe, incluido en Poesía peruana. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2008, ed. y selec. de José Miguel Oviedo).
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