domingo, 13 de agosto de 2017

Poema del día: "La sonata de los espectros", de Eva Runefelt (Suecia, 1953)

Hipócritamente blancos, vagamente lilas
los pétalos un poco hinchados
el mal aliento de los chismes
Aquí parece que hay quietud, pero es un punto
neurálgico calcificado
una costra en la boca
Aquí no hay nadie

Sólo tiempo desangrado
como una máscara para
las caras que pasan de largo

Se oye:
¡Él no es el que parece ser!

Alguien responde:
¿Y quién lo es en realidad?

Reducido a un torpe pie
el pasado arrastra los pasos
retorcido como
la juventud de la señora Mumien

Se oye:
¡Tú tampoco eres el que pareces ser!
- Tú eres un ladrón de seres humanos, tú me has robado a mí.

Entonces yo respondo:

La muerte del jacinto es ser tragada
ser comida secamente trozo a trozo
noche y día
Claro que fingimos, rayanos en la traición
La mentira, aunque esté en el dulce
entumecimiento de la flor, la mentira
aún nos hace creer que perduramos

Eva Runefelt en I ett förskingrat nu (2007), incluido en Mujeres en el Norte. Trece poetas suecas  (Devenir, Madrid, 2011, selec. y trad. de René Vázquez Díaz).

Otros poemas de Eva Runefelt
Camino del colegioEl hombre que se aleja cada vez más cercaEn casa

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4 comentarios:

  1. La razon es el tesoro que buscamos,dia a dia, tratando de presentarnos con cara maquillada,al igual que el payasoen su sala de presentacion.
    Pero,ni el payaso, ni nosotros, que al final ...lo somos,por igual, alcanzamos la sana verdad
    Sin robar un poco de la verdad qud te pertenece por hoy...

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    Respuestas
    1. Sabia reflexión. Es una maravilla que la poesía, este poema, te haya hecho sentirla. Un abrazo.

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  2. Suicidio
    También es suicidio morir de monotonía.
    De rituales estúpidos como tender la ropa, sacar la basura, o nadar en resignación.
    También es suicidio rodearse de “NO”, y de, “NO PUEDO”.
    También es suicidio, no permitirse el orgasmo, la vida, el vino, el pan y los miedos.
    La ofensa más grande es no haber vivido. No ser digno de estar aquí.
    Y no hablo de logros majestuosos o éxitos rimbombantes, hablo de morder el polvo, lamer las heridas viejas, o simplemente tratar de ser feliz. Conmoverse con el hermano que nos necesita o con la madre tierra, sabia e inmortal.
    Las nubes de remordimientos apretados en la garganta. Las asfixias de desamor, las toneladas de “No me animo”, los vendavales de “No mi amor”
    También es suicidio quedarse en fondo del patio de la vida, esperando miedosos que nos avisen que ya es hora de partir.
    Marcelo Arbillaga

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