unánime ascua blanca y ondeante,
el olear del mediodía canta
hacia arriba, con verde y contenido hervor,
tu regreso conmigo,
dios conseguido,
mi regreso contigo,
al lugar donde tú te me fijaste.
Me lo fijaste tú; y yo no supe
lo que era el milagro,
hasta que tú te me metiste dentro
o me metiste en ti;
y yo fui dios seguro de ti mismo,
seguro de mí mismo,
y tú, seguro de mí mismo y de ti mismo,
dios.
Tú me significaste
la belleza que yo canté y conté que era
una belleza verdadera y siempre venidera:
la belleza que yo te había designado,
dios deseante y deseado,
como dios de mi vida conseguida;
que tú estabas conmigo
y que el mundo, contigo, era mi amigo.
Presente estás en mar ardiente en movimiento;
y todas las bellezas del presente
me las das con tus ojos,
que pasan a mis manos
la plenitud serena universal.
Juan Ramón Jiménez, incluido en Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000) (Galaxia Gutenberg Círculo de lectores, Barcelona, 2002, selecc. de Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, Blanca Varela y José Ángel Valente).
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el otro que es uno mismo...
ResponderEliminarAlgo habitual en este poeta, el dios que es uno mismo.
EliminarHermos como todo lo del Nobel...
ResponderEliminarSin duda.
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