Hamacas de agua
sobre piedras verdes,
en siestas del Sur
de aves y redes.
Bandadas de naves
y ritmo de peces,
con alas y remos
y cielos de vértice.
Adiós de abanicos
y palmas calientes
a los navegantes
que del mar no vuelven.
La noche anudaba cuerdas
con los montones de algas,
la noche estriada tira
de las proas de las barcas.
La última que vendrá
ha de ser la «Santa Clara».
Los pies de los pescadores
tienen las uñas de plata,
raíces verdes y frías
de la mar desenterradas.
Negros martillos de hombros
astillas camisas agrias,
nucas hendidas del turbio
marchamo de la jornada.
Bajo el puente desmembrado
de cabezas y de espaldas,
galopan pulpas azules
y azabaches de caballas.
Largas tijeras de luna
fueron recortando fraguas
de pesca de ojos convulsos
y relucientes entrañas.
Cuatro voces sucesivas
convocaban la subasta.
De todas las que se fueron,
no ha vuelto la «Santa Clara».
Pero en la playa de Altea
no había quien esperara.
Un olor de latitudes
enronquece las gargantas.
María Teresa Roca de Togores y Pérez del Pulgar en Romances del Sur (1935), incluido en Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27 (Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2010, ed. de Pepa Merlo).
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Q bello es entrar a un extacis y deleitarse en la profundidad de tan bellas palabras
ResponderEliminarSí, muy bello.
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