lunes, 6 de febrero de 2017

Poema del día: "Larga noche de conejos y mortales", de Eduardo Ainbinder (Argentina, 1968)

Después de una noche de conejos,
baja de la alcoba con el hocico seco, las orejas caídas,
hacia la sala iluminada
así como todos los días para entrar o salir
de su infierno privado deberá atravesar qué
¿los espinosos esquemas de un jardín?
Se pregunta si no es una exageración llamar “en celo”
a ese intimar de los insectos bajo la luz,
y si ese suave golpeteo de los insectos contra la lámpara
no es en una mínima escala
la tendencia de los mortales —no de los conejos—
a estrellar su lenguaje contra una pared;
se pregunta si no sería otra exageración
llamar a esa silenciosa colisión, a esa alianza momentánea
de cal, cemento, ladrillo hueco y palabras:
“una gramática”, usada por los jóvenes del mañana
para andar por ahí chillando vanidosamente: “Al infierno
o a la paz inservible, vence con el caos”,
en el caso de que mañana haya jóvenes
o siquiera un demonio niño, demasiado crecido para su edad,
que prefiera el caos a cualquier círculo del infierno.

Eduardo Ainbinder en Con gusano (2007), incluido en Penúltimos 33 poetas de Argentina  (UNAM, México, 2014, selec. de   Ezequiel Zaidenwerg).

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