Una tras otra las horas pasan de manera inconsciente.
Vivió un antepasado y tú mismo viviste; un descendiente nace.
Una breve advertencia: lo que eres hoy no lo serás mañana.
Y ya que fuiste, tendrás nombre de muerto.
Sonido, sombra y humo; viento, luz, voz, un punto:
es la fama del hombre.
El sol que ya pasó no vuelve a amanecer.
Una rueda imparable lleva el tiempo fugaz.
Algunos ya cayeron: propio es de la vejez.
Cuando esto piensas es que ya todo fue.
Nuestra existencia dura del nacer al morir
menos que un parpadeo. Muchos hubo
que su tumba encontraron en su cuna,
y hallaron en su madre su propia sepultura.
Daniel Naborowski, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: