De espaldas a la cotidianidad de los hombres oteaba Tycho desde la isla de Hveen
el Universo donde brillaban los semblantes de los soles.
Una noche cuando se consumía una nova, un sol camino de su destrucción,
oyó a sus espaldas la voz quejumbrosa de una jornalera:
Misericordioso señor, mi hijo está en peligro.
Ay, antes de que salga el sol mi hijo habrá muerto.
Tycho permaneció inmóvil investigando la nova en el telescopio,
vio cómo desaparecía para siempre un sol para los mundos que habían gozado de sus favores,
pensó en las gentes de aquellos mundos, sus reinos sorprendidos,
todo lo que habían hecho, soñado y sentido
hasta la fecha en que surgió la llama
súbitamente de la blancura ígnea de cielos retumbantes y los océanos del mundo no bastaron para
apagarla.
Temblando sintió el innominado dolor de Casiopea,
y sin volverse hacia la quejumbrosa mujer le dijo:
Mujer, acabas de nombrar el sol. Recordabas la existencia del sol.
Grande es la excelencia de tu memoria.
¿Cómo está tu hijo? ¿Enfermo?
Harry Martinson en Nomad (1931), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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Una noche cuando se consumía una nova, un sol camino de su destrucción,
ResponderEliminaroyó a sus espaldas la voz quejumbrosa de una jornalera: igual q nosotros los hombres de hoy en dia mi amigo caminamos en pos de nuestra destruccion tarareando la cancion de moda, gracias por desempolvar este hermoso poema.
La destrucción está más cerca de lo que creemos, si.
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