Dejamos sobre las duchas de los hombres nuestros cuerpos
bien amarrados a la tubería solar.
Marcamos territorio como animales en celo
con las trusas saturadas de arena y el olor sideral que los aísla.
En los baños quedan restos del sexo que les hicimos ayer,
agua de flores y velas de vainilla derramada.
Lágrimas rotas en el encaje profano de la madrugada.
He perdido mis aretes disueltos en el jabón de una lujuria breve
y las cremas señor untan tus sábanas, como veneno de diosas argentadas.
Mira como arrebatamos la libertad de sus mentes.
Abrimos la culpa en el paraguas dilatado de la tarde.
Regresamos con sus hijos ocultándole el verdadero apellido de sus genes.
En ropa interior leemos nuestras páginas persiguiendo sólo su deseo,
cada línea de arroz es un gemido.
Puedo esconderme en mis sombreros, sin ser descubierta...
¿Adivinan?
Un sayo y un escudo que esquive los golpes del amor.
Hay algo más debajo del sombrero, te lo juro.
Armo el rompecabezas de las palabras sobre la cama,
un plano blanco para patinar desnudos, ropa interior negra, sin dolor.
y aunque lo diga todo, no llega transparente a tus sentidos.
No lo entiendes. Tendrías que aprender a desnudarme.
Dejamos la antropología de un asentamiento grave,
un asentamiento cercano a esta cultura débil, sexo fuerte,
inseguro, desterrado.
Leo las líneas que subraya el editor pero no fumo,
no alivio mi ansiedad... y ya no puedo olvidar lo que he vivido.
Tu baño aún conserva mis pociones, mis esencias, mi estela,
mi estampida,
guardo un tren, un alcatraz, una libélula
y la foto de espaldas que me hicieron dormida.
No soy encaje, ni concha ni malvada,
no es sólo lo que ves, porque me he ido.
Mis ideas son más que las espaldas profundas que ves en el museo.
Soy mi texto y lo que trato de ocultar en el peligro de la supervivencia,
ropa interior en frasco de otro baño. Otra humedad, mucho frío.
Los abrigos no existen, se regalan a otra mujer que fui en el ritual ajeno.
No hay nieve en el país y aunque rompa a llorar eternamente,
Sólo en ropa interior logro salvarme.
Dejo mis textos en tu casa pero hay más,
más frívolo y profundo, más pagano. Escribo en los espejos y te encuentras
nadando en este olvido de artificio...
Tus ojos curioseando en la cartera,
buceando en el pasado como un niño. Sólo ves:
las fotos de la infancia con mi madre.
Wendy Guerra en Ropa interior (2008), incluido en Casa de luciérnagas. Antología de poetas hispanoamericanas de hoy (Ediciones Bruguera, Barcelona, 2007, ed. de Mario Campaña).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: