Ventolín. Nubarrones.
Voces que se cuelan
entrecomilladas. Mañana hepática
en una pocilga posmo. Dolor de cabeza,
dolor en lo que los antiguos llamaban
“el alma”. Brujas que tiran las cartas
y destapan siempre, parece a propósito,
el Ahorcado. Cobran diez pesos la media hora,
viven en Belgrano, sus clientes son de Bernal.
Infecto lupanar en Paraná y Corrientes,
paraguayas y dominicanas escriben cartas
a sus madres, donde detallan
los parques y las plazas y las costumbres culinarias
del país. Estado de ánimo:
estacionario. Estado
de cuenta: en diminuendo.
Actitud arrogante
del cartero del barrio,
detenido en una esquina
desierta: pasa un turista brasilero
y le saca fotos. Eternidad
frágil de las imágenes.
Pecho abierto, una mano se mete
y extrae, triunfante, el corazón
y lo expone al firmamento homérico.
Ningún vaticinio, ningún
signo, nada salvo
la carcajada de los dioses en pedo.
La angustia de P., en tercetos
perfectamente medidos, saca
la tercera mención en un concurso español.
Se celebra
medidamente, como es de rigor,
con whisky irlandés en un restorán armenio.
Pájaros negros que sobrevuelan
una llanura inculta; detrás de la niebla,
la ciudad; en la ciudad
una torre de ónice
en la que un condenado
ensaya un discurso:
Padre, no me pidas eso.
Padre, traje de la amarga intemperie
un pico de gallina
y un collar de madera
para acrecentar el tesoro
de la estirpe. Padre, mis uñas
están rotas y mis pulmones resecos
del polvo de la amarga intemperie.
Que las paredes respondan:
Hijo... hijo...
El tiempo
se hace
simultáneo: todas las edades acá,
ahora, en esta
cocina mortecina donde la luz
penetra de a gotas y la hornalla calienta
una pava de agua
para el té:
alguien dice
“intelecto reticular
de las cosas”, alguien dice
“fuego en el pajonal”.
De las cenizas rescaté
magras figuras:
un gaucho,
Perón sobre un caballo pinto,
una negra barriendo la vereda
con los ojos de gato abierto
al sol decadente.
Alejandro Rubio en Metal pesado (1999), incluido en Penúltimos 33 poetas de Argentina (UNAM, México, 2014, selec. de Ezequiel Zaidenwerg).
Otros poemas de Alejandro Rubio
Crisol, Pesadez en el aire de agosto...
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: