¡Nosotros, dos criminales a los que les encanta ir al cine
mientras miles de personas trabajan con gas y mermelada
y cosas curiosas como formularios de declaración de impuestos y demás,
nos sentimos como gángsters y reyes a la vez,
rompiendo, de esa manera, las reglas del mundo,
allí sentados soplándonos mutuamente en los oídos y haciendo cosas estúpidas
en el cine, miramos las imágenes
y te toco las piernas por debajo del vestido,
pones la mano en mi brazo y miras románticamente al cielo del salón
mientras las imágenes van pasando y se vuelven extrañas,
ágiles en el cuerpo, y hacen otras cosas,
mientras el mundo se arrastra allá arriba en el escenario,
cerramos los ojos y pensamos en otras cosas, mientras se besan
un contenido beso de cine allí arriba, que nos afecta
profundamente por su inocencia, también por su alma pura,
porque es ficción. Es absolutamente falso
les pagan para eso, ganan dinero de esa manera,
mientras nosotros estamos sentados y holgazaneando y haciéndolo de verdad,
en ese sentido somos criminales en un mundo atareado, unos besos mecánicos
nos proporcionan la gran inspiración
para un espectáculo auténtico en casa en nuestro pequeño teatro salvaje.
Jens August Schade en Helvede oplfiser sig (1953), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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