Cada mañana
el hombre saluda uno por uno los rincones de su casa,
abraza con el corazón el sol del patio,
conversa con los líquenes,
con los clavos de las vigas,
comparte con su perro
el terrible secreto de llevar los días
y abre de parte a parte, a la orilla de los pájaros,
el mar.
Pero un día cualquiera
el hombre recuesta su levedad en la pared del tiempo
y el tiempo le bebe su único segundo
y el Universo se niega a dar un paso más.
Juan Ramón Saravia en El tiempo que me sobre (2000), incluido en Poesía centroamericana y puertorriqueña. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2013, ed. de Selena Millares).
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Me gusto la extensión variable de las dos estrofas, que transmiten exactamente eso...Lo breve y lo inconmensurable de la vida...
ResponderEliminarY la brevedad de la segunda frente a la primera tiene que ver, además, con lo inesperado de la muerte.
EliminarMe gusta su blog y me encantó leer una poesía hecha al apostol de Cuba José Martí, mil gracias, soy de las que piensa que la poesía se respira, se siente y acaricia el alma y la piel, como la caricia de una mano o de los labios de un hombre.
ResponderEliminarPues bienvenida, aquí encontraras miles de caricias poéticas para el alma. Un abrazo.
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