Era entrar a una masa orgánica como en las
películas de ciencia ficción cuando llegan a
un planeta desconocido y se encuentran con
una sustancia enrarecida, un humo negro muy
pesado que flotaba como una masa orgánica que
no volvía atrás, impiadosa, que no dejaba nada
de aire para respirar... la sustancia se imponía a
uno, no se podía invadir sus fronteras.
Omar Emir Chabán,
Declaración indagatoria
en carácter de ampliación,
Poder Judicial de la Nación,
Buenos Aires, 8 de junio de 2005.
(Soliloquio del empresario excéntrico)
¡Morir, soñar! ¡Morir de algo que nombra!
¡Morir doscientos! ¡Morir de media sombra!
¡Morir de algo que nombra el claroscuro!
¡Yo que hice todo para que la noche
fuese una masa de eternidad bendita!
Media sombra me nombra: mi yo ignífugo.
Omar Emir Amor: prófugo ignífugo,
Pan de poliuretano en las alturas.
¡Yo, que fundé el desierto!
¡Yo que oí, como Juana,
voces antes del fuego!
Yo interpreté el susurro de la seda
que sólo a mí me hablaba.
En mis manos, las rutas de la seda,
las rutas de la nada.
Nací para la música del tiempo
y hoy soy la nube negra:
Omar Emir, poeta y asesino.
Aduzco mi inocencia.
¿Por qué me toca ser zombi de los días
a mí, el efebo de la noche clara?
¡Yo fui el abismo azul, Su Señoría!
¡Yo, ellos, mis estrellas de chatarra!
¡Con hilos de coser hilé su gloria!
¡En mi emirato de tafeta me sentaba
con mi manto de colas de ratón!
Les avisé. ¿Por qué no me escucharon?
Un monje fui en mi celda de autoflagelación.
Yo los amaba con mi alma ignífuga:
un átomo de sed, dos de carbono.
Pasto del Mal, yo los rescato en sueños.
En mis sueños los cargo en mis espaldas,
corderos del adiós. Yo los quería.
Un reino les creé, de plastilina.
Ardió. No tiene nombre. Lo tenía.
Yo los llevé al no ser. No los maté:
los amplié, los cerré. Los transportaba.
Soy San Cristóbal de lo que ya no vive,
de lo santificado por la muerte;
vadeé el infierno, créame. En mis sueños
yo los quería. Yo forjé la materia
de su martirio. Lo supe. Lo lamento.
Me yergo como un Cid, muerto en el trono
y a la melancolía del cianuro
Su Señoría, no me la perdono.
Beatriz Vignoli en Lo gris en el canto de las hojas (2014), incluido en Penúltimos 33 poetas de Argentina (UNAM, México, 2014, selec. de Ezequiel Zaidenwerg).
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