Tenía el padre un parecido grande con la bondad
La misma frente iguales ademanes
Idéntica manera de moverse hacia los lados
Como distribuyéndose en las cosas
Como soltando partes suyas para que las asieran las personas
El Padre y la bondad eran sosias
Entendiendo que el tórax era poco
Año tras año ampliaba el domicilio en que alojaba al corazón
Y de tal modo éste llegó a ocupar todo su cuerpo
Allí a sus huéspedes brindaba atención de primera
En costumbre de abrazos en que cabían miles
Sin promiscuarse y sin hacinamiento
Porque al espacio su conducta cual si fuera de goma lo estiraba
No era una vela pero ardía
Pasiones contenidas no exportadas quemábanlo
Los libros que pensaba y no escribía eran su incendio
Las lecturas el ver el ansia de escuchar lo combustían
En la voz en las manos en los ojos se le pulsaban 39 grados
Hizo llamar a médicos y su diagnóstico fue absurdo
Por no dar en la tecla y no auscultarle el alma no advirtieron
Que él quería ser cielo y se iba en fuego
En lo que sale de la hoguera en fibra
La profesión que ejerció fue el entregarse
Proporcionaba una amistad de higuera daba alimento y sombra
Y por eso después de atacarlo la muerte se dio cuenta
De que había abatido no solamente a un hombre sino a un árbol
Aún quedan sus raíces en la tierra.
Alberto Hidalgo en Biografía de yomismo: poemas (1959), incluido en Antología de la poesía peruana (Ediciones Nuevo Mundo, Lima 1965, selec. de Alberto Escolar).
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Me encantó! Qué genialidad! y qué mestría en el desarrollo de la metáfora. Gracias por traerlo hasta aquí.
ResponderEliminarNo ha sido fácil encontrarlo, es un poeta que ya no aparece en las antología modernas.
EliminarMuy , muy, muy bueno. Sí señor.
ResponderEliminarSin ninguna duda, por eso está aquí, jajajajaja. Un abrazo.
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