Cuando interroga el alba "¿por qué
cantan los pájaros?" hasta la metralleta
asesina con ritmo. Porque a la vista usual
le place el colirrojo de la sangre, el púrpura del vino;
arrogante clavel de la agonía,
un hombre asesinado contorsiona sus vértices labiales.
Sentados junto al río, alambradas de espino
entre nosotros puestas, y una sombra en su círculo
que enturbia el horizonte, ventana permanente,
la franja parietal, deambula un centinela.
Enjaulados, vislumbrar una estrella, meditar sobre el mundo,
subsistir para el resto de vida en un patio de grava,
volaba la fantasía por el camino hacia casa
y a la espalda se iba el tiempo con su burla actualizada.
Pasaban lentos los días; compilada una semana,
nuestra esfera iba fluyendo por las rejas de la cárcel
hasta llegar al cansancio en recuentos y recuentos;
solamente era cierto
que no es como un relámpago la muerte,
sino cierta presencia escalonada.
Clive Branson, incluido en Poesía anglo-norteamericana de la Guerra civil española (Junta de Castilla y León, Salamanca, 1986, ed. de Román Álvarez Rodríguez y Ramón López Ortega, trad. de Román Álvarez y Francisco Fernández Colinas).
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subsistir para el resto de vida en un patio de grava,
ResponderEliminarBesos y amor
je
Si, el poema lo transmite, que angustia. Un abrazo.
Eliminar¡Qué bueno es este poema y cuánto sentimiento tiene!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, un abrazo.
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