Oh albañiles blancos
oh habitantes de piedra de lividez mortal
Ella va amontonando pisos en las calles angostas
edifica sobre la logarítmica escala de Jacob
envía peces muertos a planear sobre las fachadas de los hospitales
Ella abre y cierra las ventanas cada vez más tarde por la noche
Adonde ella lanza sus plumas caudales de acero
toca —golondrina del postrer secreto—
los relucientes ojos de los negros.
El aliento de Cham conmueve su lilial corola
Palpa tus sienes
la palabra albino
bombilla que llueve sobre el pecado original de las noches
palpa tus techos y escudos
tus ancestrales tabiques que en Eros se abren
tus sacrosantas puertas que se retrotraen en fuelles de órgano
tu Roma que se hincha en el balón de oxígeno
y tírate como Ícaro el pájaro
Entre el pulgar y el índice de las tinieblas
centellea la bombilla
agita la lámpara divina el hombre
y estalla al primer grito del animal nocturno
Así encontrará el negro la entrada y las ruinas.
Albert Bontridder, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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ResponderEliminarMagnífico poema, qué hallazgo. Saludos, Francisco.
ResponderEliminarSi, hay tanta buena poesía por ahí que es inabarcable, pero bueno, alguna podemos ir conociendo. Un abrazo.
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