Bajo las hierbas de las estrellas mejicanas,
las estrellas de los indígenas que tanto intentamos captar,
los cuchillos de sus trágicos hechos, vimos al soldado
español, el que espera los rayos más que un árbol,
masticando las demoníacas enseñanzas dadas por
la Reina Isabel y quizás por el Rey Fernando, empeñado en
despejar la península del último enemigo moro.
Este soldado, asesino profesional, cruzando el horizonte con su ropa
pegajosa y su espada más ardiente que el infierno,
que se sentaba bajo las pirámides exóticas de los Aztecas
recordando su juventud en los campamentos de cautiverio de los moros,
en Tánger y Qairawan.
¿Qué hizo este soldado, Octavio Paz, con tus minas,
tus monjes y los dioses que inventó tu indígena?
¿Qué hace México con la Virgen de Guadalupe
y las ilusiones del cristianismo civilizado y el toreo?
Trigo de roca en los labios del santo indio, profanación en la "piedra del sol"
y España enferma desde hace siglos,
toda es una tumba para tu poema, que es su apósito y su perfume.
Santo-Paz,
conquistador de España.
Nasif al-Nasiri, incluido en Otros mesopotámicos raros. Antología de la última poesía iraquí (Cosmopoética, Juan de Mairena Editores, Córdoba, 2009, ed. y trad. de Abdul Hadi Sadoun, colabora en la trad. Ahmed Yamani).
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