En verdad, un antiguo dicho popular refiere:
"Quien tiene el alma tranquila, quien está harto,
jamás cree en el ayuno, jamás se compadece".
Pero tú, si estuvieses en una montaña, si miraras a lo lejos
y vieses que otro yace dentro de una hoguera,
no verías ni entenderías ni sabrías su amargura.
Aunque esté abrasándose, no te enterarías en absoluto.
Si ves que un barco corre peligro en alta mar,
tú te reirás desde lo lejos, mientras allí ocurre una gran desgracia.
Tú dirás "!Ay!", mientras allí contemplan a los ángeles (agonizan).
El que está libre de matrimonio, el que corre por el mundo,
no tiene miedo de su suegra, duerme tranquilo.
Mientras no se le atosigue, no se le someta y no le duela el alma,
volará como un pájaro, todo lo verá perfecto.
La sevicia de la cárcel, la chamusquina, el carbón,
yo solo los conozco, a mí solo me abrasan;
yo solo estoy sometido y tengo la experiencia.
Y, si alguien dijera: "Miente, es un charlatán, no lo creas",
es que nunca sufrió ni sabe qué es el dolor.
Quien tiene dolor de cabeza y quien tiene dolor en el talón
son forzados por igual y por igual se duelen.
Lo mismo puedes decir de los que sufrieron por amor.
La cárcel es la muerte, incluso peor que la muerte.
La cárcel es la hoguera, incluso peor que la hoguera.
Michael Glykás, incluido en Antología de la poesía griega. Desde el siglo XI hasta nuestros días (Ediciones Clásicas, Madrid, 1997, ed. de José Antonio Moreno Jurado).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
buenisimo.
ResponderEliminarsaludos
Pues van a empezar a aparecer un buen puñado de griegos, jajajajaja. Un abrazo.
Eliminar