Húmedo bosque, y muelle, con su tierra esponjada
y su alfombra de hojas que fermentan...
Acaso el blando musgo guarde aún nuestras pisadas
en el hechizo vago de una escondida niebla.
¿Y esa hondonada? —Lleva a un cortijo abandonado.
Allí os amé por la primera vez.
Aún resuena en mi entraña el piafar de los caballos
y el gemido del viento a su través.
Mirando atrás mi dicha perdida yo jubilo
evocando los bosques y estaciones:
siento aún vuestra asustada mano en aquel grito
y oigo sin tregua vuestras palpitaciones.
Maurice Roelants, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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